
“La gente no duerme. Hace frío por la noche. No conseguimos medicamentos. Me sale sangre de la garganta. Todos tienen problemas estomacales debido a la comida y la falta de nutrición. No tenemos acceso a agua limpia, hace calor y huele a químicos”. Este es el testimonio de una persona no identificada que se encuentra en el Centro de Procesamiento de Servicios de El Paso (EPSPC, por sus siglas en inglés), un centro de detención de inmigrantes en Texas donde, según un reciente informe de Amnistía Internacional, se están cometiendo graves abusos contra los derechos humanos en plena campaña de detenciones y deportaciones masivas de la Administración Trump.
Por El País
El documento, redactado después de una visita de esa organización al EPSPC en abril pasado, revela que las condiciones del lugar son deplorables y que “violan las normas de detención estadounidenses e internacionales”. Durante el recorrido, las personas entrevistadas denunciaron abusos físicos y verbales cometidos por los guardias de seguridad. También se quejaron de que se encuentran conviviendo en espacios insalubres y sobrepoblados, que la atención médica es inadecuada, que los alimentos que les hacen comer están caducados y que los inodoros no funcionan, entre otras cuestiones.
En el país hay unos 140 centros de detención de inmigrantes. Todos están en su máxima capacidad: hasta el cierre de abril, había unas 49.000 personas recluidas en ellos. La cruzada antinimigrante del Gobierno de Donald Trump ha causado una crisis de sobrepoblación en estas instalaciones, llevándolas un 18% por encima de su capacidad, lo que ha provocado que las condiciones dentro se deterioren.
En el centro de El Paso, el informe de Amnistía Internacional hace hincapié en los abusos cometidos contra los migrantes venezolanos, muchos de los cuales fueron detenidos sin pruebas y acusados de ser miembros de la pandilla El Tren de Aragua, bajo la Ley de Enemigos Extranjeros invocada por el presidente Donald Trump. Según el documento, estos venezolanos “son abusados físicamente de manera desproporcionada por los guardias, puestos en confinamiento solitario y designados como enemigos extranjeros simplemente por su nacionalidad y tatuajes”. Un hombre identificado como Alejandro contó, por ejemplo, que un guardia lo atacó por haberse negado a jugar fútbol. Aseguró que fue tirado al suelo y pateado repetidamente, por lo cual sufrió lesiones en la cabeza y en la espalda.
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