Hechos de madrugada, de forma articulada, pero sin firmas ni intención de ser un comunicado institucional, hace unas semanas comenzaron a aparecer en las fachadas de centros de votación en toda Venezuela grafitis con el mensaje: “Aquí ganó Edmundo”. Algunos fueron borrados con celeridad, como si el nombre representara una gran amenaza al poder. Pero más que una protesta aislada, una pintada de guerrilla callejera, se han convertido en otra señal de que la realidad política venezolana ha cambiado y que desde el 10 de enero, cuando Nicolás Maduro juró para un nuevo mandato, la lucha opositora entra en una nueva etapa, con sus líderes presos, desaparecidos, en el exilio y en la clandestinidad. Y con otras formas de resistencia que están por verse.