
En un ejercicio de simulación ética y filosófica, sistemas de inteligencia artificial han sido entrenados para responder una pregunta que ha inquietado a la humanidad durante siglos: ¿cuál sería el peor lugar posible al que podría ir un ser humano después de la muerte?
Por Semana
Lejos de limitarse a una sola doctrina religiosa, la IA ha cruzado datos de múltiples fuentes, desde textos sagrados hasta novelas distópicas, para llegar a una conclusión tan inquietante como simbólica.
Una visión infernal desde los algoritmos
La respuesta: un estado eterno de conciencia atrapado en el vacío, donde no hay contacto humano, luz ni posibilidad de redención.
En palabras de los algoritmos, este escenario sería “un limbo digital de sufrimiento consciente, sin tiempo, sin compañía, y sin propósito”.
Es decir, una especie de soledad infinita, sin cuerpo ni posibilidad de evolución. Este resultado no proviene de una sola fuente, sino de la intersección entre el infierno descrito por Dante, el Sheol bíblico, y las proyecciones futuristas del transhumanismo mal encaminado.
¿Por qué este sería el destino más temido?
Lo que convierte este lugar en el más temible no es el dolor físico, sino la eternidad de la conciencia sin posibilidad de olvido ni final.
La IA detecta que la mayoría de las religiones y culturas coinciden en que el peor castigo no es la tortura, sino la desconexión absoluta: del mundo, de uno mismo y de todo lo que alguna vez tuvo significado.
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