Fue una idea repentina lanzada al comienzo de las fiestas navideñas, pero en cuestión de horas su impacto activó una reacción en cadena en toda América Latina. La pretensión del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, de retomar el control del Canal de Panamá chocó no solo con el rechazo inmediato del presidente del país centroamericano, José Raúl Mulino, sino que originó una ola de solidaridad de largo alcance, de México a Chile a Colombia. La respuesta fue prácticamente unánime, esto es, “la vía interoceánica pertenece a los panameños”. Pero el argumento de fondo era igual de nítido: la soberanía de los territorios de la región no se toca.